Por Uzkediam
Hace unos días envuelto por el frío y la lluvia de la primavera (así es esto del cambio climático en México), quedando varado en mi habitación, gestaba en mi mente éste pedazo de blog denominado “Universo Político”. Francamente al principio quise hacer de esto un banco de información de teoría política, sobre los grandes teóricos de dicha ciencia y las experiencias actuales e históricas de distintas naciones que se autodenominan “democráticas”. Pero casi al instante pensé que este espacio de concebirlo así estaría de “güeva” porque toda esa información comúnmente se maneja en las universidades, la puedes hallar en la biblioteca o más en corto en el Google y Wikipedia (que para alivio de algunos visitantes si voy a incorporar ciertos términos y definiciones muy interesantes, algunas con ayuda del Wikipediasso, algunas otras sin él). Entonces pasó por mi mente la imagen de constelaciones, estrellas y planetas, lo que algunos identificaríamos como “el universo”, y si el sentido de mi blog es expresar un cúmulo de información, algo así como constelaciones, estrellas, planetas y demás cosas equivalentes de un universo imaginario, llegue a la conclusión de que al menos para mi ni toda la teoría sobre política aquí junta resultaría tan atractiva como lo puede ser la vida de un político en formación, siendo ésta vida develada a través de este pequeño espacio.
Considero que el Universo Político soy yo mismo y cada una de las personas puede serlo en la medida que así lo quiera, hablar de política, de politólogos y asuntos de la vida pública no esconden nuestras emociones y mucho menos dejan a un lado lo que se considera “privado”. Soy de los que piensan que todo ser humano por más privacidad que quiera tener al formar parte de una comunidad acepta que en algún momento su propia privacidad podrá estar sometida a la opinión pública. Muchas veces es así porque nosotros sin darnos cuenta hacemos público lo privado y cuando nos aferramos a cuidar que ciertas cosas sean privadas, estamos pidiendo a gritos que la atención de otros llegue a esa parte de nosotros, sea por simple curiosidad o por un real interés de llevar lo privado a lo público (así como los artistas que sacan chismes para vender, hay políticos que sacan chismes para vender y para crear lo que denominamos cortinas de humo).
Para mi la privacidad sólo existe en el imaginario e incluso no se que tanto vaya de la mano de la ingenuidad, pues cuando un político se convierte en servidor de una sociedad, así no sepamos como es su relación con su mujer y sus hijos, si los maltrata o no, o si él recibe maltrato de ellos, aunque no podamos ver el color de sus calzoncillos o si sus calcetines traen orificios de ventilación, aunque esas cosas y similares con clasificación de “privadas” no las sepamos el resto de la comunidad, sí son cosas que pudieran tener influencia en el desempeño de dicho servidor público y que terminaría afectando al pueblo para el cual trabaja, al final lo privado es más público de lo que pensamos. Insisto que para mi lo privado no es tan privado en realidad, ahora bien eso no quiere decir que tengamos todos derecho de introducirnos en la vida de los políticos, llegando al punto de querernos enterar –por ejemplo- de cómo va su vida sexual. Hay ciertas cosas que más que ser privadas son íntimas y son fibras delicadas de la vida de cada ser que no debemos tocar a menos que esa persona guste revelarlas con otros, allí sí cambian las cosas. Ahora, con anticipación les digo que no voy a exponer aquí todo sobre mi, pero si algunos puntos esenciales que quizás pocos se atreverían a compartir y en un estilo que no muchos saben manejar.
¿De que carajos le sirve a la gente que cuestionemos en este espacio a Maquiavelo, a Platón, a Sócrates, a Montesquieau y a otros grandes teóricos?, ¿qué acaso los políticos de hoy y del mañana en cada campaña proselitista andarán repartiendo las distintas teorías sobre las formas de gobierno y el tan alabado espíritu de la democracia?, ¿serviría de algo copiar y pegar aquí multitud de datos sobre política? Lo que pretendo no es quitarle importancia y mérito a los asuntos teóricos de la política, sino que quiero que el político como ser humano, en su práctica diaria como persona y como un miembro más de una comunidad, tenga también su relevancia, su importancia y sea él como ser humano el que haga de la política una verdadera práctica que sirva para alcanzar el bien común o al menos morir en el intento. El eje fundamental de la política es el político y no tanto la teoría, la teoría es escrita por los políticos y estos no son los mismos con el pasar del tiempo. Repito que no le quito mérito a los teóricos de épocas pasadas pero muchos de ellos coincidirían conmigo al reconocer que la política tradicional se ha vuelto intentar copiar o mejorar lo que se ha hecho en otros tiempos, viajar en un mismo circulo vicioso, cuando en realidad lo dicho e imaginado en otros tiempos ya no corresponde a las actuales generaciones. Estamos mirando como la descomposición política en muchas regiones del mundo ya no puede evitarse ni aplicando los mejores procedimientos que alguna vez dictara Maquiavelo en el Príncipe, y no es que sus aportaciones teóricas estén caducadas, no, al contrario tienen mucha vigencia, pero muchas veces lo que caduca es el modo en que hacemos política y el como la estamos concibiendo. De entrada creemos –al menos en México- que la política es una oportunidad para tranzar y así avanzar, que nos podemos memorizar multitudes de teorías y manejar los mejores discursos pero nuestra práctica decir otra cosa, ese es uno de los problemas de fondo, aquí y hasta en China: el político es una fachada, el ser humano dentro de ese político es otra cosa.
Definitivamente es mucho mi conocimiento a estas alturas sobre Teoría Política, más allá de que mis evaluaciones reflejen miserables números como el 7 y el 8, incluso en otras asignaturas me va mejor que en la Teoría Política, es cierto, abunda el 10 en mis calificaciones, pero cada día de mi formación solamente pienso en que tanto voy a afectar con mis decisiones los sentimientos y las emociones de la comunidad a la cual más adelante tenga que servir y busco tener el mayor conocimiento posible para no decidir mal a la hora buena; los números, los títulos y los méritos académicos algún día sólo me servirán para adornar una pared. A veces francamente me da temor pensar en el cuadro típico de la oficina desde donde despachas y que recibes una llamada, te dicen que un gran peligro amenaza a la población y hay que tomar acciones de inmediato, ¿qué hace el político en ese momento? Apela desde luego a la teoría que recibió en su formación como político, hecha mano de sus conocimientos, pero ¿no es más bien lo primero apelar a su sentido de humanidad y buscar la protección de los suyos y de si mismo? Claro, y aquí es donde entraré en polémica con muchos: ¿por qué en las universidades nos encerramos cinco o seis años y no podemos estar cerca de los políticos que están en el campo práctico y aprender de ellos?, ¿será que realmente no hay mucha ciencia en buscar el bienestar de los otros? Se supone que para muchos sí es de lo más complicado, pero si damos un vistazo a la base de la sociedad que es la familia, encontraremos que es por naturaleza que los seres humanos somos gente de paz, lo que pasa es que este mundo kilometrado nos empuja hacia lo opuesto, ciertas circunstancias incluso nos hacen actuar como monstruos. Pero se supone que se capacita a los políticos para que ellos sean los que dentro de la sociedad administren la paz, busquen servir para el bien común y aunque otros miembros de la comunidad no cuenten con el “natural deseo por vivir en paz con los otros”, sean ellos, los políticos -junto al aparato del Estado, las leyes y las convenciones de la ciudadanía con sus gobernantes- los que hagan todo lo posible porque la paz en una sociedad permanezca y no se quebrante la ley por nada del mundo, conste que dije “se supone”. Pero volviendo un poco a la realidad es complicado admitir que dichos políticos existen y que sí funcionan al 100%, la experiencia diaria rompe con mis afirmaciones de la paz en una comunidad ¿dónde hay paz de verdad?, ¿por qué no la hay?, ¿la ha habido realmente?, ¿acaso los políticos de hoy ya no funcionan como debe de ser o es que nunca han funcionado?, ¿dónde está el problema?, ¿en la política como tal o en los políticos? En las pocas experiencias donde ha habido paz ¿cuánto duró y que fue lo que en realidad le hizo concluir para dar lugar a la guerra e inestabilidad?
Hay muchas interrogantes en mi y seguramente en muchos de ustedes también, pero lo interesante es que para responderlas no quiero emplear una enciclopedia, libros y diccionarios, no, quiero emplear mi Universo, lo que soy, inclusive, el Universo de otros, nuestros universos, para que juntos entendamos de la mejor manera posible lo que es y la utilidad que tiene realmente un político.
Hace unos días envuelto por el frío y la lluvia de la primavera (así es esto del cambio climático en México), quedando varado en mi habitación, gestaba en mi mente éste pedazo de blog denominado “Universo Político”. Francamente al principio quise hacer de esto un banco de información de teoría política, sobre los grandes teóricos de dicha ciencia y las experiencias actuales e históricas de distintas naciones que se autodenominan “democráticas”. Pero casi al instante pensé que este espacio de concebirlo así estaría de “güeva” porque toda esa información comúnmente se maneja en las universidades, la puedes hallar en la biblioteca o más en corto en el Google y Wikipedia (que para alivio de algunos visitantes si voy a incorporar ciertos términos y definiciones muy interesantes, algunas con ayuda del Wikipediasso, algunas otras sin él). Entonces pasó por mi mente la imagen de constelaciones, estrellas y planetas, lo que algunos identificaríamos como “el universo”, y si el sentido de mi blog es expresar un cúmulo de información, algo así como constelaciones, estrellas, planetas y demás cosas equivalentes de un universo imaginario, llegue a la conclusión de que al menos para mi ni toda la teoría sobre política aquí junta resultaría tan atractiva como lo puede ser la vida de un político en formación, siendo ésta vida develada a través de este pequeño espacio.
Considero que el Universo Político soy yo mismo y cada una de las personas puede serlo en la medida que así lo quiera, hablar de política, de politólogos y asuntos de la vida pública no esconden nuestras emociones y mucho menos dejan a un lado lo que se considera “privado”. Soy de los que piensan que todo ser humano por más privacidad que quiera tener al formar parte de una comunidad acepta que en algún momento su propia privacidad podrá estar sometida a la opinión pública. Muchas veces es así porque nosotros sin darnos cuenta hacemos público lo privado y cuando nos aferramos a cuidar que ciertas cosas sean privadas, estamos pidiendo a gritos que la atención de otros llegue a esa parte de nosotros, sea por simple curiosidad o por un real interés de llevar lo privado a lo público (así como los artistas que sacan chismes para vender, hay políticos que sacan chismes para vender y para crear lo que denominamos cortinas de humo).
Para mi la privacidad sólo existe en el imaginario e incluso no se que tanto vaya de la mano de la ingenuidad, pues cuando un político se convierte en servidor de una sociedad, así no sepamos como es su relación con su mujer y sus hijos, si los maltrata o no, o si él recibe maltrato de ellos, aunque no podamos ver el color de sus calzoncillos o si sus calcetines traen orificios de ventilación, aunque esas cosas y similares con clasificación de “privadas” no las sepamos el resto de la comunidad, sí son cosas que pudieran tener influencia en el desempeño de dicho servidor público y que terminaría afectando al pueblo para el cual trabaja, al final lo privado es más público de lo que pensamos. Insisto que para mi lo privado no es tan privado en realidad, ahora bien eso no quiere decir que tengamos todos derecho de introducirnos en la vida de los políticos, llegando al punto de querernos enterar –por ejemplo- de cómo va su vida sexual. Hay ciertas cosas que más que ser privadas son íntimas y son fibras delicadas de la vida de cada ser que no debemos tocar a menos que esa persona guste revelarlas con otros, allí sí cambian las cosas. Ahora, con anticipación les digo que no voy a exponer aquí todo sobre mi, pero si algunos puntos esenciales que quizás pocos se atreverían a compartir y en un estilo que no muchos saben manejar.
¿De que carajos le sirve a la gente que cuestionemos en este espacio a Maquiavelo, a Platón, a Sócrates, a Montesquieau y a otros grandes teóricos?, ¿qué acaso los políticos de hoy y del mañana en cada campaña proselitista andarán repartiendo las distintas teorías sobre las formas de gobierno y el tan alabado espíritu de la democracia?, ¿serviría de algo copiar y pegar aquí multitud de datos sobre política? Lo que pretendo no es quitarle importancia y mérito a los asuntos teóricos de la política, sino que quiero que el político como ser humano, en su práctica diaria como persona y como un miembro más de una comunidad, tenga también su relevancia, su importancia y sea él como ser humano el que haga de la política una verdadera práctica que sirva para alcanzar el bien común o al menos morir en el intento. El eje fundamental de la política es el político y no tanto la teoría, la teoría es escrita por los políticos y estos no son los mismos con el pasar del tiempo. Repito que no le quito mérito a los teóricos de épocas pasadas pero muchos de ellos coincidirían conmigo al reconocer que la política tradicional se ha vuelto intentar copiar o mejorar lo que se ha hecho en otros tiempos, viajar en un mismo circulo vicioso, cuando en realidad lo dicho e imaginado en otros tiempos ya no corresponde a las actuales generaciones. Estamos mirando como la descomposición política en muchas regiones del mundo ya no puede evitarse ni aplicando los mejores procedimientos que alguna vez dictara Maquiavelo en el Príncipe, y no es que sus aportaciones teóricas estén caducadas, no, al contrario tienen mucha vigencia, pero muchas veces lo que caduca es el modo en que hacemos política y el como la estamos concibiendo. De entrada creemos –al menos en México- que la política es una oportunidad para tranzar y así avanzar, que nos podemos memorizar multitudes de teorías y manejar los mejores discursos pero nuestra práctica decir otra cosa, ese es uno de los problemas de fondo, aquí y hasta en China: el político es una fachada, el ser humano dentro de ese político es otra cosa.
Definitivamente es mucho mi conocimiento a estas alturas sobre Teoría Política, más allá de que mis evaluaciones reflejen miserables números como el 7 y el 8, incluso en otras asignaturas me va mejor que en la Teoría Política, es cierto, abunda el 10 en mis calificaciones, pero cada día de mi formación solamente pienso en que tanto voy a afectar con mis decisiones los sentimientos y las emociones de la comunidad a la cual más adelante tenga que servir y busco tener el mayor conocimiento posible para no decidir mal a la hora buena; los números, los títulos y los méritos académicos algún día sólo me servirán para adornar una pared. A veces francamente me da temor pensar en el cuadro típico de la oficina desde donde despachas y que recibes una llamada, te dicen que un gran peligro amenaza a la población y hay que tomar acciones de inmediato, ¿qué hace el político en ese momento? Apela desde luego a la teoría que recibió en su formación como político, hecha mano de sus conocimientos, pero ¿no es más bien lo primero apelar a su sentido de humanidad y buscar la protección de los suyos y de si mismo? Claro, y aquí es donde entraré en polémica con muchos: ¿por qué en las universidades nos encerramos cinco o seis años y no podemos estar cerca de los políticos que están en el campo práctico y aprender de ellos?, ¿será que realmente no hay mucha ciencia en buscar el bienestar de los otros? Se supone que para muchos sí es de lo más complicado, pero si damos un vistazo a la base de la sociedad que es la familia, encontraremos que es por naturaleza que los seres humanos somos gente de paz, lo que pasa es que este mundo kilometrado nos empuja hacia lo opuesto, ciertas circunstancias incluso nos hacen actuar como monstruos. Pero se supone que se capacita a los políticos para que ellos sean los que dentro de la sociedad administren la paz, busquen servir para el bien común y aunque otros miembros de la comunidad no cuenten con el “natural deseo por vivir en paz con los otros”, sean ellos, los políticos -junto al aparato del Estado, las leyes y las convenciones de la ciudadanía con sus gobernantes- los que hagan todo lo posible porque la paz en una sociedad permanezca y no se quebrante la ley por nada del mundo, conste que dije “se supone”. Pero volviendo un poco a la realidad es complicado admitir que dichos políticos existen y que sí funcionan al 100%, la experiencia diaria rompe con mis afirmaciones de la paz en una comunidad ¿dónde hay paz de verdad?, ¿por qué no la hay?, ¿la ha habido realmente?, ¿acaso los políticos de hoy ya no funcionan como debe de ser o es que nunca han funcionado?, ¿dónde está el problema?, ¿en la política como tal o en los políticos? En las pocas experiencias donde ha habido paz ¿cuánto duró y que fue lo que en realidad le hizo concluir para dar lugar a la guerra e inestabilidad?
Hay muchas interrogantes en mi y seguramente en muchos de ustedes también, pero lo interesante es que para responderlas no quiero emplear una enciclopedia, libros y diccionarios, no, quiero emplear mi Universo, lo que soy, inclusive, el Universo de otros, nuestros universos, para que juntos entendamos de la mejor manera posible lo que es y la utilidad que tiene realmente un político.
0 comentarios:
Publicar un comentario