28 de mayo de 2008

Platón: el mito de la caverna, un retrato de ayer y de hoy

1. La imagen platónica de la condición humana

Platón (Atenas, -428/-347) es uno de los pensadores más originales e influyentes de toda la Filosofía Occidental: su obra define uno de los dos grandes ejes que guían y atraviesan la historia del pensamiento humano. Con seductora belleza literaria y con profunda mirada filosófica, hace emerger, en sus diálogos, los grandes problemas o cuestiones que nunca han dejado de inquietar a los humanos.

Podríamos afirma que en el extraño y bello mito de la caverna se concentra lo más profundo de todo su pensamiento. El mito, haciendo uso de imágenes dotadas de una gran fuerza descriptiva, muestra pluralidad de aspectos de su pensamiento: la visión de la naturaleza humana, la teoría de las ideas, el doloroso proceso mediante el cual los humanos llegamos al conocimiento, etc. El mito, lleno de sublimes metáforas y abierto a pluralidad de interpretaciones, es fuente permanente de inspiración para los artistas y para los pensadores en general.

En el mito, Platón relata la existencia de unos hombres cautivos desde su nacimiento en el interior de una oscura caverna. Prisioneros de las sombras oscuras propias de los habitáculos subterráneos; además, atados de piernas y cuello, de manera que tienen que mirar siempre adelante debido a las cadenas sin poder nunca girar la cabeza. La luz que ilumina el antro emana de un fuego encendido detrás de ellos, elevado y distante.

Llegados aquí, Plató, por boca de Sócrates, nos dice que imaginemos entre el fuego y los encadenados un camino elevado a lo largo del cual se ha construido un muro, por este camino pasan unos hombres que llevan todo tipo de figuras que los sobrepasan, unas con forma humana y otras con forma de animal; estos caminantes que transportan estatuas a veces hablan y a veces callan. Los cautivos, con las cabezas inmóviles, no han visto nada más que las sombras proyectadas por el fuego al fondo de la caverna -como una pantalla de cine en la cual transitan sombras chinas- y llegan a creer, faltos de una educación diferente, que aquello que ven no son sombras, sino objetos reales, la misma realidad.



En éstas, Glaucón, el interlocutor de Sócrates, afirma que está absolutamente convencido que los encadenados no pueden considerar otra cosa verdadera que las sombras de los objetos. Debido a la obnubilación de los sentidos y la ofuscación mental se hallan condenados en tomar por verdaderas todas y cada una de las cosas falsas. Una vez Sócrates ha comprobado que Glaucón ha comprendido la situación, le explica que si uno de estos cautivos fuese liberado y saliese al mundo exterior tendría graves dificultades en adaptarse a la luz deslumbradora del sol; de entrada, por no quedar cegado, buscaría las sombras y las cosas reflejadas a el agua; más adelante y de manera gradual se acostumbraría a mirar los objetos mismos y, finalmente, descubriría toda la belleza del cosmos. Asombrado, se daría cuenta de que puede contemplar con nitidez las cosas, apreciarlas con toda la riqueza polícroma y en el esplendor de sus figuras.

No acaba aquí el mito, sino que Sócrates hace entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente prisionera de la oscuridad y esclavizada, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad. Infructuoso intento, aquellos pobres enajenados desde la infancia le toman por un loco y se se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen prenderlo con sus propias manos y matarlo, le matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos.

Resumen adaptado del artículo de Agustí Casanova,
titulado El mito de la caverna, Diario de Girona, 23-11-1994.


2. La Actualidad del retrato platónico

Los cuatro ámbitos o espacios del mito de la caverna muestran diferentes situaciones de la nuestra actual condición.

a) En la caverna, los encadenados mirando las sombras

¿No es nuestra vida una existencia encadenada? Nacemos en una sociedad no elegida, con una estructura social bien trabada, con unas ideologías, un lenguaje, unas costumbres.

Y nosotros, encadenados a nuestra sociedad, vemos como van desfilando a nuestros ojos unas sombras. ¿No es un desfile de apariencias la televisión? Y el cine —Platónsería el inventor—, ¿no es un seguido de imágenes y no de realidades? Estas sombras seducen a los prisioneros, creen que son la realidad. Y, con su engaño, son muy felices. ¡Que bien se está mirando la televisión!

b) Se libera de las cadenas


Pero Platón introduce una nota de optimismo: el encadenado —no sabemos como— se libera o le liberan de las cadenas. ¿Quién les desata?

Es posible, en nuestra sociedad, que un prisionero se sienta insatisfecho, que dude, que cuestione sus cadenas. Es posible llegar a descubrir el montaje, descubrir que en nuestra sociedad hay mucha mentira y simulación. Hay unos hombres y unos artilugios que producen engaño: publicidad, información filtrada, ...

¿Qué es lo que podía motivar la insatisfacción o la duda del prisionero? Los engañadores siguen incesantemente su camino trazado y engañador. ¿Se hallan también ellos encadenados?

c) El camino abrupto y laborioso de ascensión


El fuego —la electricidad, la técnica— es lo que posibilita este enorme montaje. Con el descubrimiento del fuego el hombre comienza su camino de superación.

¿Quién ha organizado este gran montaje? ¿Esta complicada mentira? ¿Cuál es la intención del engaño múltiple? ¿Existe un engañador no engañado?

Cuando el prisionero se libera de sus cadenas, entonces puede comenzar el largo y laborioso camino de emancipación, de liberación.

d) La salida al mundo exterior y "real"


Después de un duro camino de ascensión, el prisionero llega a entrever la verdadera realidad. ¿Qué quiere decir "verdadera realidad"? ¿Cuál es la "verdadera realidad" en nuestra sociedad?

Cuando uno descubre el gran montaje y sale del engaño, ¿debe volver a dentro, informar y liberar a sus antiguos compañeros? Una disyuntiva moral! ¿Qué hizo Sócrates?

Adaptación hecha a partir del artículo de Emilio Lledó,
Lecturas de un mito filosófico, Resurgimiento, n º 1, 1980.

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